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San Francisco, todos somos cómplices

Actualizado: 17 dic 2019


San Francisco es considerado para el Bilbao “vanguardista” como un barrio marginal, inseguro, plagado de extranjeros y por supuesto, de prohibidísimo paso a partir de media noche. 

Es notable la degradación y la precariedad en la que se encuentran los bloques de los vecinos. La delicuencia, el trafico de drogas, la prostitución o la ocupación son algunas de las actividades -que para algunos- definen el barrio.

Sin embargo, ¿hemos investigado realmente sobre cuales son los factores que lo condicionan? ¿Somos conscientes de por qué se ha estigmatizado el barrio?

Las etiquetas -introducidas a través de los medios de comunicación masivos- ejercen influencia sobre las masas, simplifican los conceptos y los introducen en las sociedades. Resulta por tanto, muy difícil luchar contra los estigmas sociales construidos, pues son conceptos insertados de manera inconsciente y suelen ser intangibles.

Resulta comprensible por tanto, que cuando una persona carga con el estigma que su raza trae consigo, viva refugiado en un barrido donde es acogido y comprendido por quienes allí conviven.

Las instituciones muestran su afán por “cambiar” San Francisco y pretenden hacerlo introduciendo en el barrio personas catalogadas como “normales” o que por lo menos, se alejan de los estereotipos de los “negros”, “putas”, “moros” o “inmigrantes ilegales”, que son principalmente quienes forman y dan vida al barrio.

Los modos de “mejora” se basan en ubicar locales “trendy” que traigan otro aire a un barrio que a día de hoy, no deja de quebrarse.

Es curioso como son capaces de amanecer en un mismo entorno aquellos tempraneros que van a desayunar a los locales de moda y esos que se desperezan tumbados sobre unos cartones y alguna manta rota. O como aquellos que regresan de un festival, tropiezan con unas prostitutas buscando clientes a primera hora de la mañana.

La variedad y multiculturalidad de los habitantes del barrio para gran parte, suele ser origen inevitable de conflictos, sin embargo, se demuestra que funciona también como herramienta de interacción social entre diversas personas del barrio.

Resulta interesante destacar como las tertulias semanales creadas por las asociaciones de vecinos entre distinta gente del barrio han sido capaces de unir de forma inseparable a una mujer angoleña con su vecina gallega, o como a través de ellas ha nacido un grupo de música donde participa gente de varios países de Europa y el Magreb.

El barrio se encuentra vigilado por la Policía Municipal y la Ertzaintza en cualquier rincón por el que transite el viandante. Sin embargo, no se observa una mayor seguridad en el barrio: continua existiendo el tráfico de drogas, los “ajustes de cuentas”, las acciones racistas, etc. Por lo que resulta inevitable preguntarse a qué viene tanto despliegue policial, y si las instituciones se han planteado a quién es realmente a quien quieren dar protección.



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