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Negocios con alma

Actualizado: 11 dic 2019


Profesiones en decadencia, paciencia, delicadeza y minuciosidad en sus productos. Recorremos el barrio de San Francisco y sus negocios más pintorescos.


San Francisco, en pleno corazón de Bilbao, no solo presume de ser el barrio más multicultural de la capital vizcaína, sino que alberga negocios de lo más antiguos y pintorescos.

Si ya habíamos hablado anteriormente de un negocio de jabones y de un zapatero remendón, las calles de San Francisco tienen más que ofrecer.


Paseando por su calle principal, Ultramarinos Romaña nos ofrece un sinfín de tipologías de legumbre a granel. El negocio, uno de los más longevos de Bilbao, es regentado por la familia Romaña desde hace setenta y dos años.

“Primero lo tenía mi padre, y desde hace veinticinco años soy el dueño yo”, explica Gorka Romaña, desde detrás del mostrador, por el cuál no paran de pasar clientes. “Pero este local, desde que se hicieron estas casas, allá por el 1880 o así, siempre ha sido una tienda de ultramarinos”.

Si se les pregunta por su producto estrella, la familia no puede nombrar solo uno: “Tenemos más de treinta y cinco clases de legumbres diferentes, arroces, y conservas de pescado y de verdura”, enumera Gorka Romaña.

“La legumbre a granel que tenemos es siempre fresca, en cambio la que viene en paquetes no”, cita el vendedor como mayor ventaja de sus productos. “Además, al venir en saco en vez de en plástico se conserva mucho mejor”.

Al otro lado del local, su madre, Natividad Cirion, se dedica a saludar a su clientela habitual, mientras que Manuel Romaña, el padre, les ayuda a decantarse por un tipo de legumbre según la receta. “Yo antes era la charcutera, ahora ya soy la relaciones públicas”, dice entre risas y piropos a sus vecinos.

“Tenemos dos tipos diferentes de clientela”, diferencia su hijo. “Los clientes de todos los días, que son gente del barrio que viene a por una barra de pan o leche y por otro, los que vienen a por las legumbres y las conservas desde fuera del barrio. De hecho vendo más legumbre a gente de fuera”.

Gorka y Manuel Romaña y Natividad Cirión sufrieron, en su tiempo las consecuencias de la crisis económica en su pequeño comercio. “La crisis se notó un montón, de hecho todavía no estamos en nuestras mejores épocas, incluso hace seis años vendíamos más que ahora”.


Descendiendo por la calle Hernani, se encuentra Licores y Vinos Ruiz, negocio dirigido, casualmente, por el primo de los Romaña: Rafa Ruiz y abierto desde hace 76 años. “Yo llevo trabajando seis años, pero llevamos toda la familia, desde mi abuelo hasta yo”, cuenta.

“Tenemos una cantidad de clientes variada: los de toda la vida del barrio, del Casco Viejo, un poco de todo”, cuenta Ruiz con cientos y cientos de botellas de cristal a sus espaldas.

Entre todas ellas destacan las de vino tinto, “las que más se venden”, señala. “Podemos llegar a tener más de cuatrocientos tipos, por decir un número, no sé muy bien”, ríe.

No solo los productos llegan de localidades vizcaínas, sino que Ruiz explica que a su pintoresco local llegan productos desde otros lugares como Barcelona o Valencia.


Foto: Andrea Ulloa

Foto: Andrea Ulloa



Del negocio generacional al emprendedor

En la calle Dos de Mayo, y con una historia mucho más breve que los anteriores, se encuentra Sutan, una tienda y taller de cerámica abierto por tres jóvenes al finalizar su grado en Bellas Artes en la Universidad de País Vasco. “La situación está jodida, no hay trabajo”, confiesa Grutz Deusto, una de las dueñas de Sutan. “Te queda ser hostelero, buscarte las castañas o abrir un local”, dice mirando su tienda.

En los diferentes expositores de Sutan cuelgan desde cubertería, hasta joyas, los artículos que más éxito han tenido, desde la apertura, el 2 de mayo- día del famoso mercado de San Francisco- de este año. “Tenemos clientes de distintas edades, la gente que nos compra las lámparas sí que suele ser más mayor, con una casa ya establecida, pero la joyería la compran tanto jóvenes como mayores”.

En cuanto al taller, Deusto recalca la buena acogida de la propuesta: “Tenemos tres grupos de seis personas porque el espacio no da para más, desde los 18 hasta los 40 años de eda”.

El propio día 2 de Mayo Sutan abre como expositor y colabora con firmas de ilustradores del barrio. “Así apoyamos a los de la uni ya que no tienen ningún sitio para exponer”, explica la recién graduada.


Foto: Andrea Ulloa



Foto: Andrea Ulloa



Foto: Andrea Ulloa



“Una elaboración que se mantiene desde hace trescientos años”

Paseando por la emblemática calle Dos de Mayo, casi al pie de la ría por una sencilla ventana se vislumbra el interior de un taller. En una mesa bajo una luz cálida y con música de fondo trabaja de forma minuciosa el luthier Abel Osuna, cuyo apellido da nombre a su pequeño local, de dos años de vida.

“No hay muchos luthiers en la zona y, la verdad, que ubicarme en San Francisco está muy bien”, confiesa Osuna. “Es un barrio alternativo y los precios de las lonjas son mucho más bajos”.

Un oficio tan delicado como en peligro de extinción: en el Gran Bilbao existen tan solo tres luthiers, en Sarriko, Leioa y el propio en San Francisco.

“Todavía no soy tan reconocido como para que me pidan cita para probar mis instrumentos. Normalmente hago reparaciones: el puente; el “alma”,que es el palito que está dentro del violín… lo que es una puesta a punto del instrumento en general”.

En cuanto a la fabricación de instrumentos propios, Osuna se encarga de elaborar violines, violonchelos y violas. “Hacer un violín me suele costar entre dos o tres meses, si me dedico a tiempo completo a él. Durante el camino debes estar atento a muchos aspectos porque sino al final, si el resultado no es el que esperas, es muy difícil modificar”, comenta el luthier. Sus instrumentos, en concreto, están valorados entre 8.000 y 12.000 euros.

Osuna lo tiene claro: su obra favorita siempre será el violín. “Soy violinista, así que le saco mucho partido cuando lo termino”, argumenta. “Para mí el violín y el chelo son los que más exigen… los músicos que los tocan son los que más demandan un tipo de sonido, son más meticulosos en el resultado final del instrumento”.

Este oficio, que como ha dicho el propio trabajador, lleva realizándose de la misma manera desde hace 300 años, en el Barroco, aunque cada uno de ellos le entrega a su cuidada creación un toque que lo hace único y especial. “Creo que mi toque está en la formación en Italia, en Cremona, con un maestro con más de 25 años de experiencia”, opina. “Me ha dado todo, para mí es el punto clave: saber trasladar la experiencia de esa persona aquí, a Bilbao”.


Foto: Nuria Pajares






Foto: Nuria Pajares

Foto: Nuria Pajares

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